¿Le has notado un bultito raro a tu perro y ya estás dándole vueltas a la cabeza? Tranquila, es completamente normal. Los bultos en perros son más comunes de lo que pensamos, y aunque a veces nos asustamos de primeras (porque claro, nadie quiere pensar en lo peor), la realidad es que muchos de estos bultos en perros no son graves. De verdad.
Alguna vez nos habéis contado por redes sociales la siguiente situación: estás un día en el sofá con tu peque, acariciándole el lomo o rascándole la barriga, y te topas con una bolita que no estaba ahí. Y claro, te preguntas: ¿Es un tumor? ¿Será grasa? ¿Tendré que llevarlo corriendo al veterinario? Pues bien, hay respuestas para todo eso. Pero como un adelanto rápido, los bultos en perros pueden aparecer por mil motivos distintos: desde un simple lipoma (grasa) hasta un quiste, una verruga, un absceso… o en casos más raros, algo más serio.
Además, pueden salir en cualquier parte del cuerpo: en el lomo, en la barriga, en el hocico, en las patas… Incluso hay perros que tienen bultitos por todo el cuerpo, y no por eso están enfermos.
En este artículo vamos a hablar de forma clara y sin alarmismos sobre todo esto: los tipos de bultos en perros, cuándo deberías preocuparte, qué zonas son más frecuentes, cómo detectarlos tú misma en casa y cuándo toca sí o sí pasar por consulta. Porque tener información fiable y saber qué hacer te da tranquilidad. Y eso, cuando se trata de nuestros peludos, se agradece mucho.
¿Son normales los bultos en perros?
La respuesta corta es: sí, los bultos en perros son bastante comunes, sobre todo a partir de cierta edad. Ahora bien, eso no significa que haya que ignorarlos. Lo importante es saber cuándo un bulto es algo inofensivo (como una bolita de grasa) y cuándo puede ser señal de que algo no va bien.
Muchos tutores llegan al veterinario diciendo cosas como “mi perro tiene un bulto en la espalda” o “le ha salido una bolita en la barriga”, y claro, lo primero que piensan es en algo malo. Pero la mayoría de las veces, se trata de cosas benignas: lipomas, quistes, pequeñas inflamaciones, incluso picaduras.
De hecho, los bultos en perros pueden aparecer de forma puntual y desaparecer solos, o quedarse ahí durante años sin causar ningún problema. Lo importante es observar:
- ¿Es blando o duro?
- ¿Se mueve bajo la piel o está fijo?
- ¿Le molesta al tocarlo?
- ¿Ha crecido rápidamente?
La clave está en no entrar en pánico, pero tampoco dejarlo pasar. Si tienes dudas, lo mejor es consultar al veterinario cuanto antes. Cuanto más temprano se detecte qué es ese bulto, más fácil será tratarlo (si es que hace falta hacerlo).
¿Cómo saber si un bulto en mi perro es benigno o maligno?
Cuando encuentras un bulto en tu perro, lo primero que quieres saber es si es algo serio o no. Y sí, es una duda muy común: ¿Cómo sé si es un simple lipoma o un tumor peligroso? ¿Es benigno o maligno? La respuesta rápida —aunque no tan satisfactoria— es que no se puede saber con certeza solo a simple vista. Aun así, hay algunos signos que pueden darte pistas (aunque el diagnóstico final siempre lo tiene que dar el veterinario).
Los bultos en perros benignos, como los lipomas o quistes sebáceos, suelen crecer lentamente, son blandos, móviles al tacto y no causan dolor. Se mueven bajo la piel como si fueran una almohadilla, y muchas veces permanecen estables durante años sin provocar ningún otro síntoma.
En cambio, los bultos en perros malignos o cancerosos tienden a comportarse de forma diferente: suelen ser más duros, no se mueven fácilmente (porque están adheridos a tejidos más profundos), pueden crecer rápido, cambiar de forma o textura, sangrar, ulcerarse o causar molestias al perro. También pueden ir acompañados de cambios de comportamiento, pérdida de peso o apatía.
💡 Recuerda esto: aunque un bulto tenga “buena pinta”, solo una citología o una biopsia puede confirmar si es benigno o maligno. No hay forma casera ni visual de saberlo con seguridad. Así que ante la duda, consulta siempre. Tener un diagnóstico precoz puede marcar la diferencia en el tratamiento, y a veces incluso evitar una cirugía más invasiva. No se trata de alarmarse, sino de actuar con cabeza y cuidar de tu peludo como se merece.
Tipos de bultos en perros: los más frecuentes y qué significan
Cuando te encuentras con un bulto en tu perro, lo primero que te viene a la cabeza es: ¿Qué es esto? ¿Será grave? ¿Tendré que operarlo? Y es completamente normal. ¿La verdad? Hay muchos tipos de bultos en perros, y no todos son preocupantes. Algunos son simplemente estéticos, otros pueden molestar, y unos pocos sí que necesitan tratamiento urgente. Aquí te dejamos los más habituales, cómo reconocerlos y qué hacer en cada caso.
Lipomas (bolitas de grasa)
Si al acariciar el lomo o la barriga de tu perro notas una bolita blandita que se mueve bajo la piel como si “flotara”, es muy probable que sea un lipoma. Los lipomas están en el top del ranking de la tranquilidad y también son el tipo de bulto más común en perros. Se trata simplemente de una acumulación de grasa subcutánea, como una especie de almohadilla que no duele y no molesta (al menos de entrada).
Suelen salir en perros mayores o con cierta tendencia a engordar, y aparecen sobre todo en zonas como el lomo, los costados o el pecho. Aunque no suelen requerir cirugía, sí hay que llevar un control: si crecen mucho, están en zonas donde rozan o empiezan a molestar, el veterinario puede recomendar retirarlos.
💡 Consejo útil: Aunque tenga “toda la pinta de ser un lipoma”, no te fíes solo del tacto. Mejor salir de dudas con una pequeña punción y análisis. Es rápido, barato y te quedas tranquila.
Quistes sebáceos (los granitos que se pasan de frenada)
Estos bultitos son como pequeños “tapones de grasa” bajo la piel. Se producen cuando una glándula sebácea se obstruye y empieza a acumular sebo, formando una bolita que a veces tiene un puntito blanco en la superficie. Si se abre, puede salir un líquido espeso, como pasta de dientes (sí, suena horrible, lo sabemos).
Lo bueno es que la mayoría no duelen ni suponen peligro. Pero si se inflaman, se enrojecen o el perro se rasca sin parar, puede acabar en infección.
💡 No hagas de dermatólogo casero: nada de apretar, pinchar o drenar en casa. Aunque parezca un grano, es piel inflamada. Si se complica, el veterinario lo tratará con antibióticos o te indicará si hay que quitarlo.
Papilomas (las verruguitas virales)
Seguro que alguna vez has visto una especie de verruga en el hocico o la boca de un perro joven. Son papilomas caninos, una especie de verruguitas causadas por un virus, similares a las que tienen las personas. Suelen salir en el hocico, las encías o las patas, y a menudo aparecen en racimos.
Lo bueno: son benignos y suelen desaparecer solos en unas semanas. Lo malo: son contagiosos entre perros y a veces molestan al comer o se infectan si se rozan o se muerden.
💡 ¿Qué hacer? Vigílalos, evita que tu perro tenga mucho contacto con otros mientras los tenga y, si no se van o crecen demasiado, consulta. A veces se pueden eliminar fácilmente.
Abscesos (los bultos con mal genio)
Este es el tipo de bulto que da más guerra: caliente, rojo, doloroso, y a veces con pinta de querer reventar en cualquier momento. Los abscesos son infecciones localizadas, normalmente por una herida, picadura o espiga que se ha quedado dentro de la piel y ha empezado a formar pus.
Si tu perro se lame mucho una zona inflamada o cojea, puede que tenga uno. Y cuando se abren, el olor… no te lo queremos describir (pero ya sabes de lo que hablamos).
💡 Pro tip: No lo pinches tú. De verdad. El veterinario debe drenar, limpiar bien y, si hace falta, recetar antibiótico. Así evitas que la infección vaya a más o deje una cicatriz fea.
Hernias (que parecen bultos… pero no lo son del todo)
Las hernias no son bultos como tal, pero visualmente pueden confundirse. Ocurren cuando una parte de un órgano o tejido se sale por una abertura en la pared muscular. En los perros suelen darse en el ombligo (hernia umbilical) o en la zona inguinal.
En cachorros, es relativamente frecuente ver una “pelotita” blanda en la barriga que aparece y desaparece. En la mayoría de los casos, no causan problemas y pueden reabsorberse solas, aunque en otros sí es necesaria cirugía, sobre todo si el contenido intestinal queda atrapado.
💡 Atención: Si la hernia se endurece, crece o parece molestar, acude al veterinario cuanto antes. Una hernia estrangulada es una urgencia.
Reacciones inflamatorias o alérgicas
A veces un bulto es solo eso: una inflamación pasajera. Puede deberse a una picadura de insecto, una vacuna, una espiga clavada o incluso una alergia de contacto. Suelen ser blandos, aparecen de un día para otro, y a menudo vienen acompañados de enrojecimiento o picor.
Lo bueno es que en la mayoría de los casos desaparecen solos o con un poco de antiinflamatorio, sin mayor complicación.
💡 Truco casero: si sospechas que se trata de una picadura o golpe, puedes aplicar frío local (tipo toalla con hielo envuelta) durante unos minutos, siempre y cuando no haya herida abierta. Pero si no mejora en 24–48 horas, mejor consultarlo.
¿Y si mi perro tiene muchos bultitos por todo el cuerpo?
A veces no es solo uno. Hay perros que, de pronto, parecen tener bultitos por todas partes. ¿Qué pasa en esos casos? Tranquila, lo más probable es que sean lipomas múltiples (muy comunes en perros mayores y razas grandes), o pequeñas reacciones alérgicas generalizadas.
También podría tratarse de una papilomatosis vírica (verruguitas múltiples) o de pequeñas pústulas por una infección cutánea. La clave está en ver si todos los bultitos son iguales, o si hay alguno que destaca por ser más grande, duro o feo.
💡 Lo más recomendable: cuando hay varios bultos, el vete suele hacer una citología del que parezca más sospechoso. Así se determina si alguno requiere tratamiento específico y se descarta algo más serio.
Bultos según la zona del cuerpo: qué tener en cuenta
Una de las dudas más comunes cuando hablamos de bultos en perros es: ¿depende del sitio donde salga? Y la respuesta es sí. La ubicación del bulto puede darte muchas pistas sobre su origen, si puede estar relacionado con alguna glándula, si es grasa, un tumor o una simple reacción local. En este bloque te explicamos los puntos del cuerpo donde más suelen detectarse los bultos en perros y lo que debes tener en cuenta en cada uno.
Bulto en el lomo del perro
El lomo del perro es una zona clásica donde aparecen muchos bultos, especialmente los famosos lipomas o “bolitas de grasa”. Como esta parte es fácil de palpar al acariciar o cepillar, suele ser la primera donde los tutores descubren algo nuevo.
Este tipo de bultos en perros suele ser benigno, pero aun así conviene observarlo bien: si crece con el tiempo, se endurece o el perro reacciona al tocarlo, es mejor que lo vea el veterinario.
💡 Consejo práctico: toma una foto del bulto y anota la fecha. Si te preocupa, mide con una regla cada semana para ver si aumenta o no.
Bultos en la barriga de mi perro
Cuando aparecen bultos en la barriga del perro, hay varias posibilidades: lipomas, hernias umbilicales (muy típicas en cachorros) o incluso tumores mamarios en hembras sin esterilizar. La textura, la forma y la rapidez con la que aparece te pueden dar pistas.
Los bultos en perros en la zona abdominal a veces pasan desapercibidos, sobre todo si están en zonas más blandas o cubiertas de pelo. Por eso conviene revisarla con cierta frecuencia, sobre todo si el perro ha tenido alguna operación o es mayor.
💡 Muy importante: si tu perrita no está esterilizada, revisa periódicamente sus glándulas mamarias. Algunos tumores pueden pasar meses sin notarse si no se tocan con intención.
Bulto en el hocico del perro
El hocico es una zona delicada. Un bulto en el hocico del perro puede ser desde un papiloma a un absceso dental que inflama la parte superior de la boca. También, en perros mayores, puede tratarse de algún tipo de tumor cutáneo o nasal.
Como está muy expuesto, es fácil notarlo, pero también puede ser molesto para el animal, sobre todo si le afecta al respirar o comer. Este tipo de bultos en perros no debe dejarse sin revisar.
💡 Señales de alarma: si además del bulto hay estornudos, secreción nasal, mal aliento o sangrado, consulta cuanto antes. Podría ser algo más complejo.
Bultos en las patas
Los bultos en las patas de los perros son especialmente incómodos. Pueden dificultar el movimiento, provocar cojera o incluso rozar constantemente si están en las zonas de apoyo. Aquí encontramos desde quistes hasta mastocitomas, que pueden parecer inofensivos al principio y luego evolucionar rápidamente.
En estos casos es muy importante no esperar. Si el bulto crece deprisa, cambia de forma o hace que el perro se lama sin parar, hay que consultar. Las patas son también zonas con bastante riesgo de infecciones por contacto.
💡 Truco rápido: si tu perro cojea y tiene un bulto entre los dedos o en la almohadilla, no siempre es un tumor. A veces es una espiga o un quiste infectado. Pero no lo dejes pasar.
¿Cómo detectar un bulto en casa? Guía rápida para tutores atentos
Si convives con un perro, es probable que tarde o temprano notes alguna protuberancia, bolita o irregularidad en su piel. Y lo cierto es que muchos bultos en perros se detectan por casualidad: mientras los acaricias, durante el baño, o simplemente porque el peludo se rasca o se lame una zona más de la cuenta. Saber cómo explorar a tu perro en casa te ayudará no solo a detectar los bultos en perros a tiempo, sino también a darte una primera idea de qué puede ser y de si es urgente o no acudir al veterinario.
Lo ideal es palpar a tu perro de vez en cuando, con calma y sin agobiarle. Recorre todo su cuerpo con las yemas de los dedos: cuello, lomo, patas, barriga, axilas, ingles… en busca de zonas abultadas o con textura distinta. No hace falta apretar: los bultos superficiales suelen sentirse con facilidad si hay contacto suave y repetido.
Si alguna vez detectas algo sospechoso, fíjate bien:
- ¿Es duro o blandito?
- ¿Se mueve o está fijo?
- ¿Está caliente, enrojecido o parece molestarle al tocar?
- ¿Ha cambiado de tamaño o color en los últimos días?
Otra señal importante es si el perro se lame insistentemente esa zona o muestra molestias al caminar o al sentarse, según dónde esté el bulto.
También puedes hacerle fotos cada semana para seguir su evolución o incluso medirlo con una regla y anotar los cambios. Muchos veterinarios agradecen que lleves este tipo de registros porque ayuda mucho en la evaluación.
Y, aunque no todos los bultos en perros requieren tratamiento inmediato, nunca está de más comentarlo en la próxima visita al vete. Más vale una revisión a tiempo que quedarse con la duda.
Cuándo debo preocuparme? Señales de alarma
No todos los bultos en perros son motivo de urgencias ni implican enfermedades graves. Pero sí que hay ciertas señales que pueden indicar que es hora de tomárselo en serio y pedir cita con el veterinario cuanto antes.
Una de las primeras cosas que debe hacer saltar las alarmas es que el bulto crezca rápido. Un lipoma típico puede tardar meses o incluso años en aumentar de tamaño. En cambio, los bultos malignos o inflamaciones agudas a menudo evolucionan en cuestión de días. Si notas que la bolita se ha duplicado en tamaño desde la última vez que la viste, mejor no esperar.
También es importante fijarse en la textura: los bultos en perros benignos suelen ser blanditos, redondeados y se mueven al tacto. Pero si el bulto es duro, irregular o parece clavado en el tejido, es más sospechoso. Lo mismo si hay cambios de color en la piel que lo rodea, si sangra, supura o desprende mal olor.
El dolor es otro indicador clave. Si tu perro se queja, se retira o se enfada cuando tocas el bulto, es que algo no va bien. Del mismo modo, si el bulto interfiere con su forma de caminar, dormir o comer, conviene consultarlo.
Y no olvides observar el conjunto: a veces el bulto en sí no parece preocupante, pero el perro empieza a tener síntomas como apatía, pérdida de peso, fiebre o cambios en el comportamiento. Eso también cuenta.
En resumen: si el bulto crece, molesta, cambia o afecta al estado general del perro, no lo dejes pasar.
Diagnóstico veterinario: ¿qué pruebas pueden hacerle?
Una vez detectas un bulto en tu perro y decides consultar al veterinario, llega la gran pregunta: ¿qué pruebas le harán para saber si es grave o no? Tranquila, no siempre es necesario un arsenal de análisis. Pero si el profesional lo considera oportuno, hay varias técnicas que ayudan a identificar si el bulto en tu perro es benigno, maligno o simplemente una inflamación.
Lo más habitual es que empiecen con una citología. Es una prueba rápida, poco invasiva y bastante económica. Consiste en insertar una aguja muy fina en el bulto para extraer unas células que luego se miran al microscopio. En muchos casos, esta técnica ya da una idea bastante clara de qué tipo de masa es.
Si la citología no es concluyente, el siguiente paso suele ser una biopsia. En este caso, se extrae una muestra más grande del tejido (a veces con anestesia local o sedación), y se envía a analizar al laboratorio. El informe de anatomía patológica permite saber con precisión si se trata de un tumor, qué tipo es y si hay células malignas.
Además de estas pruebas, el veterinario puede recomendar una ecografía o una radiografía, sobre todo si sospecha que el bulto afecta a órganos internos o está muy profundo. En perros mayores o con antecedentes, incluso podría hacerse un análisis de sangre completo para comprobar su estado general antes de plantear una cirugía.
Todo esto puede sonar abrumador, pero en la mayoría de los casos solo se necesita una citología para saber si es algo que se puede dejar tranquilo o si conviene actuar.
Prevención: ¿se puede evitar que salgan bultos?
Aunque muchos bultos en perros no se pueden prevenir al 100 %, hay varias cosas que puedes hacer para reducir las probabilidades de que aparezcan o, al menos, detectar los que surjan lo antes posible. Y ya sabes: cuanto antes se pille un problema, más fácil es solucionarlo (y más tranquila te quedas tú).
- La primera clave está en la alimentación. Una dieta equilibrada, adaptada a la edad, tamaño y nivel de actividad de tu perro, no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que también puede evitar que aparezcan acumulaciones de grasa como los lipomas. Además, una buena nutrición fortalece el sistema inmunitario y mejora la salud de la piel.
- Otro punto importante es la actividad física. Un perro activo no solo está más feliz, también tiene mejor tono muscular, menos grasa corporal acumulada y un metabolismo más estable. Y no hace falta correr una maratón: paseos diarios y algo de juego ya hacen mucho.
- Y, por supuesto, están los chequeos veterinarios regulares. Revisar a tu perro una vez al año (o cada seis meses si ya es mayor) puede ayudarte a detectar cualquier anomalía antes de que se complique. Muchos bultos detectados a tiempo ni siquiera llegan a suponer un problema.
- También conviene revisar a menudo zonas propensas como las mamas (en hembras sin esterilizar), las patas, el hocico y la barriga. Al final, tú conoces mejor que nadie el cuerpo de tu perro, así que si algo cambia, te darás cuenta rápido.
- Y no olvides cuidar su piel: buen cepillado, baños adecuados, control de parásitos y atención a cualquier zona que se irrite o inflame. La piel es el espejo de su salud.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
-
¿Son graves los bultos en el lomo de mi perro?
Depende. La mayoría de bultos en el lomo de los perros son lipomas, es decir, bolitas de grasa benignas que no causan daño. Pero si notas que el bulto crece rápido, está duro o molesta al tocarlo, es mejor consultar con el veterinario. No todos los bultos en el lomo en perros son peligrosos, pero tampoco conviene asumir que son inofensivos sin una revisión. -
¿Cuándo hay que operar un bulto?
Se suele operar un bulto cuando interfiere con la movilidad, causa molestias, crece de forma acelerada o existe sospecha de que sea maligno. También si está en una zona comprometida, como las patas o el hocico. Algunos bultos en perros no requieren cirugía y simplemente se controlan con revisiones periódicas. -
¿Un bulto en la barriga de mi perro es preocupante?
No siempre. En muchos casos se trata de lipomas o hernias umbilicales (sobre todo en cachorros). Pero si el bulto es duro, crece con rapidez o está cerca de las mamas de una perra no esterilizada, es fundamental que lo revise el veterinario. -
¿Cómo saber si un bulto en mi perro es cáncer?
No se puede saber con certeza solo con mirarlo o tocarlo. Sin embargo, los bultos malignos suelen ser duros, fijos, crecer rápido y presentar cambios en la piel (úlceras, sangrado). La única forma fiable de saberlo es mediante citología o biopsia. -
¿Qué pasa si no trato un bulto en mi perro?
Depende del tipo de bulto. Algunos, como los lipomas, pueden permanecer estables durante años sin causar problemas. Otros, en cambio, pueden crecer, infectarse o incluso extenderse si son malignos. Siempre es mejor consultar para saber si hace falta actuar o solo controlar. -
¿Puede salirle un bulto a mi perro por una vacuna o picadura?
Sí. Es relativamente común que tras una vacuna, un golpe o una picadura, aparezca un bulto pequeño e inflamado que desaparece por sí solo en pocos días. Si persiste o crece, conviene revisarlo. -
¿Qué hacer si a mi perro le han salido muchos bultos?
Cuando aparecen múltiples bultos, puede tratarse de lipomas múltiples (muy habituales en perros mayores), reacciones alérgicas o incluso papilomas. Lo ideal es evaluar si son todos iguales o si alguno destaca por forma o tamaño. El veterinario decidirá si hace falta analizar alguno. -
¿Los bultos en perros siempre se notan a simple vista?
No. Algunos bultos, sobre todo los más profundos o pequeños, solo se notan al tacto. Por eso es recomendable revisar a tu perro con frecuencia, palpando su cuerpo con suavidad para detectar cualquier cambio. -
¿Un bulto puede doler aunque no sea grave?
Sí. Algunos abscesos, quistes o incluso picaduras pueden doler sin ser peligrosos. El dolor no siempre está relacionado con la gravedad, pero sí es una señal de que algo no va bien y merece ser examinado.
Conclusión: observa, no te alarmes y consulta siempre que lo necesites
Sabemos lo que se siente al encontrar un bulto en tu perro: ese pequeño susto, esa duda que se instala. Pero si algo hemos aprendido como profesionales caninos es que no todos los bultos en perros son motivo de alarma. Algunos están ahí sin molestar jamás, y otros solo necesitan que les prestes atención a tiempo. Lo importante es no ignorarlo, pero tampoco volverse loco con suposiciones. Tu perro te tiene a ti para cuidarle, y tú nos tienes a nosotros para ayudarte a entender lo que necesita. Así que tómatelo con calma, hazle una revisión casera de vez en cuando, y ante la mínima duda… pregunta a tu veterinario de confianza.
📩 Y ahora cuéntanos tú: ¿Has notado alguna vez un bulto en tu peludo? ¿Cómo fue vuestra experiencia? ¿Te has sentido identificad@ con alguno de los casos que explicamos?
👇 ¡Te leemos en los comentarios! Nos encantará saber tu historia y ayudarte si lo necesitas.
📚 Y si te has quedado con ganas de saber más, en nuestro blog de Las Almenas encontrarás muchísimos artículos sobre salud, cuidados, alimentación y consejos útiles para que tu perro esté feliz y sano.🗓️ Publicamos nuevos contenidos todas las semanas, así que no te pierdas nada.
Y si lo tuyo son los trucos, anécdotas y consejillos rápidos, pásate también por nuestras redes sociales: Instagram, Facebook, YouTube y Tiktok.
¡Te esperamos allí con la correa lista y muchas ganas de compartir! 💛
¿Te ha gustado este artículo?
¡Haz clic en una estrella para puntuar!
Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 1
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.